El cotejo del ADN podría tardar varias semanas en aclarar
si se trata del joven de origen británico de 17 años
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TERESA DOMÍNGUEZ VALENCIA
El examen forense y antropológico al que fueron sometidos ayer los restos óseos hallados el sábado pasado en Vallada no han arrojado demasiada luz que permita avanzar en la investigación abierta por la Guardia Civil para determinar tanto la identidad del cuerpo como las causas de la muerte.
Según el informe preliminar a partir del estudio de los restos humanos, no existen señales de traumatismos compatibles con la muerte, y tampoco fracturas que indiquen que ése pudo ser el origen del fallecimiento.
Los forenses tampoco han podido apreciar señales que sugieran el uso de armas blancas, al menos no que hayan dejado marcas en los tejidos óseos.
La desaparición de todos los tejidos blandos debido al tiempo transcurrido y la exposición del cadáver a la intemperie no ayuda a conocer la causa de la muerte, ya que limita los análisis patológicos y químicos que los forenses pueden solicitar para dar una respuesta al juez y a los investigadores del grupo de Homicidios de la Guardia Civil.
De momento, las pesquisas se centrarán en averiguar cuanto antes si, como se sospecha, el cuerpo pertenece al joven de origen británico de 17 años que residía cerca del lugar donde fue encontrado y cuya desaparición fue denunciada por su madre en mayor del año pasado en el cuartel de Canals, tal como ha venido publicando en exclusiva Levante-EMV.
La única manera de confirmar al cien por cien si se trata o no de Michael es el análisis de ADN que realizará el laboratorio central de criminalística de la Guardia Civil, con sede en Madrid. Para ello, la Comandancia de Valencia deberá enviar algunos de los huesos con mayor superficie medular, para que los especialistas puedan extraer el ADN de su interior y cotejarlo con la muestra de saliva cedida por la madre para establecer su perfil genético.
"Por ahora, no es mi hijo"
La madre de Michael no quiere tirar la toalla y mantiene la esperanza intacta. "De momento, sólo es un cuerpo. No es mi hijo", defiende con determinación.
Michael, que vivía con su madre, su abuelo, su hermano gemelo y otras dos hermanas menores y también gemelas entre sí en Vallada, desapareció a finales del invierno de 2011. El chico, que no padecía diabetes como publicó ayer este diario por un error de la fuente informante, solía escaparse de vez en cuando, por lo que la madre pensó inicialmente que era una fuga voluntaria más.
El examen forense y antropológico al que fueron sometidos ayer los restos óseos hallados el sábado pasado en Vallada no han arrojado demasiada luz que permita avanzar en la investigación abierta por la Guardia Civil para determinar tanto la identidad del cuerpo como las causas de la muerte.
Según el informe preliminar a partir del estudio de los restos humanos, no existen señales de traumatismos compatibles con la muerte, y tampoco fracturas que indiquen que ése pudo ser el origen del fallecimiento.
Los forenses tampoco han podido apreciar señales que sugieran el uso de armas blancas, al menos no que hayan dejado marcas en los tejidos óseos.
La desaparición de todos los tejidos blandos debido al tiempo transcurrido y la exposición del cadáver a la intemperie no ayuda a conocer la causa de la muerte, ya que limita los análisis patológicos y químicos que los forenses pueden solicitar para dar una respuesta al juez y a los investigadores del grupo de Homicidios de la Guardia Civil.
De momento, las pesquisas se centrarán en averiguar cuanto antes si, como se sospecha, el cuerpo pertenece al joven de origen británico de 17 años que residía cerca del lugar donde fue encontrado y cuya desaparición fue denunciada por su madre en mayor del año pasado en el cuartel de Canals, tal como ha venido publicando en exclusiva Levante-EMV.
La única manera de confirmar al cien por cien si se trata o no de Michael es el análisis de ADN que realizará el laboratorio central de criminalística de la Guardia Civil, con sede en Madrid. Para ello, la Comandancia de Valencia deberá enviar algunos de los huesos con mayor superficie medular, para que los especialistas puedan extraer el ADN de su interior y cotejarlo con la muestra de saliva cedida por la madre para establecer su perfil genético.
"Por ahora, no es mi hijo"
La madre de Michael no quiere tirar la toalla y mantiene la esperanza intacta. "De momento, sólo es un cuerpo. No es mi hijo", defiende con determinación.
Michael, que vivía con su madre, su abuelo, su hermano gemelo y otras dos hermanas menores y también gemelas entre sí en Vallada, desapareció a finales del invierno de 2011. El chico, que no padecía diabetes como publicó ayer este diario por un error de la fuente informante, solía escaparse de vez en cuando, por lo que la madre pensó inicialmente que era una fuga voluntaria más.
Font: Levante-EMV
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